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Aprovechando la estadía de mi familia, decidimos “comer afuera” como se dice. Ninguno de nosotros conocía la zona, el único “experimentado” era yo, y la verdad yo sabia poco y nada de restaurantes. Si que fue una salida a “ciegas”, mi padre siempre fue un amante de la comida peruana, sobre todo del ceviche. La misión era clara, poder encontrar un restaurante incaico, y tener a mi papa feliz.
Nos demoramos poco en encontrar el restaurante, la ubicación es privilegiada, en un barrio culinario, a poco metros del casino de Viña del Mar, y a una cuadra de la costa, inmediatamente nos llamo la atención, y no dudamos en entrar. La atención fue normal, nada fuera de lo común, ni nada qué mencionar. El tiempo de espera fue dentro del margen, unos 20 a 25 minutos y ya pudimos disfrutar de los platos que pedimos. Entre cebiche y lomo saltado fueron nuestras preferencias, y sin lugar a dudas, la comida fue realmente de una excelente calidad, alimentos frescos, cocciones precisas, sabor con la identidad peruana, en resumen, fue una de las mejores experiencias culinarias que he tenido.
No valoro al restaurante con una mejor valoración por el hecho de que los precios son muy elevados (aunque la calidad lo valga), y se hace muy difícil poder ir a comer solo o con amigos
ya que los valores no están pensados para gente universitaria o joven. En fin, buena experiencia, buenos momentos, y mejor paladar!
6,6 tenedores
Bastian Gonzalez
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